La elección de la forma jurídica para desarrollar una actividad empresarial es una decisión importante que puede tener implicaciones fiscales significativas. Dos de las opciones más comunes son el autónomo y la sociedad limitada. En este artículo, analizaremos las diferencias fiscales entre ambas formas jurídicas y veremos quién paga más impuestos: un autónomo o una sociedad limitada.
Impuestos para autónomos y sociedades limitadas
Para entender las diferencias fiscales entre autónomos y sociedades limitadas, es importante conocer los impuestos que cada uno debe pagar.
IRPF para autónomos
Los autónomos tributan por el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Este impuesto es progresivo, lo que significa que el tipo impositivo aumenta a medida que aumentan los ingresos.
El IRPF se aplica sobre los beneficios obtenidos por el autónomo, es decir, la diferencia entre los ingresos y los gastos deducibles. Los autónomos deben presentar una declaración de IRPF anual y realizar pagos fraccionados trimestrales.
Impuesto de Sociedades para sociedades limitadas
Las sociedades limitadas, por otro lado, tributan por el Impuesto de Sociedades. Este impuesto tiene un tipo impositivo fijo del 25% para la mayoría de las empresas.
El Impuesto de Sociedades se aplica sobre los beneficios obtenidos por la sociedad limitada, al igual que en el caso de los autónomos. Sin embargo, las sociedades limitadas deben presentar una declaración de Impuesto de Sociedades anual y realizar pagos fraccionados a cuenta del impuesto.
Tipos de impuestos
La diferencia más notable entre el IRPF y el Impuesto de Sociedades es el tipo impositivo. Mientras que el IRPF es un impuesto progresivo, con tipos que aumentan a medida que aumentan los ingresos, el Impuesto de Sociedades tiene un tipo fijo del 25%.
Esto significa que, en general, los autónomos pagarán un tipo impositivo mayor que las sociedades limitadas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el tipo impositivo del IRPF puede variar dependiendo de los ingresos y las deducciones aplicables.
Beneficios y tributación
Otra diferencia importante entre autónomos y sociedades limitadas es la forma en que se gravan los beneficios. En el caso de los autónomos, los beneficios se gravan directamente en el IRPF del autónomo. Esto significa que los beneficios se consideran ingresos personales y se gravan a los tipos impositivos correspondientes.
En el caso de las sociedades limitadas, los beneficios pueden ser retenidos en la sociedad o distribuidos entre los socios. Si los beneficios se dejan como patrimonio de la sociedad, se gravarán a través del Impuesto de Sociedades. Esto puede ser ventajoso, ya que el tipo impositivo del Impuesto de Sociedades es menor que el del IRPF en la mayoría de los casos.
Si los beneficios se distribuyen entre los socios, se considerarán dividendos y estarán sujetos a una retención del 19% en el Impuesto de Sociedades. Además, los socios deberán incluir estos dividendos en su declaración de IRPF y tributar por ellos a los tipos impositivos correspondientes.
Comparación de tipos impositivos
Para comprender mejor las diferencias fiscales entre autónomos y sociedades limitadas, es útil comparar los tipos impositivos aplicables en cada caso.
Diferencia de tipos impositivos
Como se mencionó anteriormente, el tipo impositivo del IRPF para autónomos es progresivo y puede variar dependiendo de los ingresos y las deducciones aplicables. En general, los tipos impositivos del IRPF para autónomos oscilan entre el 19% y el 47%.
Por otro lado, el tipo impositivo del Impuesto de Sociedades para sociedades limitadas es del 25%. Esto significa que, en general, las sociedades limitadas pagarán un tipo impositivo menor que los autónomos.
Impacto en grandes beneficios
La diferencia de tipos impositivos entre autónomos y sociedades limitadas se vuelve más significativa a medida que los beneficios aumentan. Con grandes beneficios, los autónomos pueden llegar a pagar tipos impositivos más altos, mientras que las sociedades limitadas seguirán pagando el tipo fijo del 25%.
Esto puede resultar en una carga fiscal más alta para los autónomos en comparación con las sociedades limitadas en situaciones de grandes beneficios.
Beneficios retenidos en la sociedad
Como se mencionó anteriormente, una ventaja de las sociedades limitadas es que los beneficios pueden ser retenidos en la sociedad y gravados a través del Impuesto de Sociedades. Esto puede ser beneficioso en términos fiscales, ya que el tipo impositivo del Impuesto de Sociedades es menor que el del IRPF en la mayoría de los casos.
Retener los beneficios en la sociedad también puede permitir a la empresa reinvertir en su crecimiento y desarrollo sin tener que pagar impuestos adicionales.
Retiro de beneficios para gastos personales
Si los socios de una sociedad limitada desean retirar los beneficios para gastos personales, la tributación puede ser similar a la de los autónomos. Los beneficios distribuidos se considerarán dividendos y estarán sujetos a una retención del 19% en el Impuesto de Sociedades.
Además, los socios deberán incluir estos dividendos en su declaración de IRPF y tributar por ellos a los tipos impositivos correspondientes. En este caso, la tributación puede ser similar para autónomos y sociedades limitadas.
La elección entre ser autónomo o constituir una sociedad limitada tiene implicaciones fiscales significativas. En general, los autónomos pagarán un tipo impositivo mayor que las sociedades limitadas, especialmente con grandes beneficios. Sin embargo, si los beneficios se dejan como patrimonio de la sociedad, la tributación puede ser más ventajosa para una sociedad limitada. Si se quiere llevar todo el beneficio a casa para gastos personales, la tributación puede ser similar para ambas formas jurídicas.